Berta Fauró.
Consultora del área de logística y movilitdad del Institut Cerdà
Si miramos las cifras del último año, el número de accidentes con patinetes eléctricos vinculados se cuenta por cientos y, de hecho, la mayoría de países europeos han empezado a mover ficha para intentar canalizar la avalancha de estos ingenios mediante normativas que los regulen. La conclusión fácil siempre es la de señalar el patinete o su propietario como los culpables de este incremento de la siniestralidad, pero la realidad es mucho más compleja. Deberíamos reconocer que entre todos no hemos previsto o no hemos sabido ver que la movilidad individual, principalmente en las ciudades, está cambiando al mismo ritmo que evoluciona la tecnología.
Nos equivocaremos si criminalizamos ahora el patinete, ayer las bicicletas eléctricas, mañana el ‘motosharing’ o el ‘carsharing’, y dentro de un tiempo tal vez tendremos que enfrentarnos a la inundación de utensilios voladores como los que promueven los de Gravity Industries copiando a Ironman. Imprudentes hay y desgraciadamente habrá en todas partes, pero la clave está en cómo diseñamos la movilidad y cómo queremos que esta sea en el futuro. No podemos responder a golpe de normativa cada vez que encontramos una, dos o tres ruedas persiguiendonos por la calle y ocupando espacios que hasta ese momento estaban destinados a otros usos.
La convivencia entre peatón, nuevos vehículos de movilidad personal, transporte público y coches ha resultado una fórmula compleja que tendremos que saber gestionar. El primer paso debería ser no ir a remolque como hemos hecho hasta ahora, sino avanzar hacia el concepto de ciudades resilientes en el ámbito de la movilidad, con departamentos capaces de prever y gestionar, y en su caso regular, aceptar o rechazar las nuevas tendencias de la movilidad.
Este no puede ser un tema frívolo, en el sentido que lo enmarcamos en el ámbito de las modas. Debe ser, o debería ser, una cuestión de modelo, de lo que queremos y de lo que no queremos, y deberíamos empezar a ponernos de acuerdo en cuestiones como esta para evitar una algarabía de normativas o prohibiciones según una ciudad, un país u otro.
En Barcelona, las estadísticas dan un accidente diario con heridos por patinetes eléctricos
La verdadera realidad es que aún tenemos pendiente el debate sobre qué ciudades queremos para el futuro a corto, a medio y a largo plazo, y especialmente, en materia de movilidad. El patinete no solo no es culpable, sino que existe el riesgo de que lo queramos convertir en la excusa para encontrar culpables fáciles en un momento que ya no lo es.
No hace falta ser un experto para garantizar que la siniestralidad de los nuevos widgets de movilidad individual seguirá creciendo. En Barcelona las estadísticas ya dan un accidente diario con heridos por patinetes eléctricos. Por lo tanto, el debate y la decisión son urgentes, sean las que sean. Las instituciones y los sectores afectados no pueden esperar a que la sociedad reclame soluciones, que se generen bandos de partidarios y de contrarios. Hay que hacer mucha pedagogía todavía sobre la movilidad y las necesidades personales y, sobre todo, empezar a diseñar las ciudades del futuro para evitar una guerra continua de nuevos aparatos y de ocupación invasiva del espacio público. No sea que ya lleguemos tarde.